Reseña de @verparaleer_xconnie

Leer nuevas voces es como contemplar el arte recién colgado, si son argentinas, me convocan aún más en una suerte de lealtad literaria, y si recién salen del horno, es pura degustación en ciernes, como llegar a un rincón inexplorado y tener el deber de dar la primicia.

#Bajolapiqueta es la primera novela de Andrea Leiva, y el primer libro de #Larriaediciones. Casualmente es en Larria donde se sucede esta historia, localidad ficticia que bautiza la editorial, un gran honor al primogénito. Tengo que destacar la delicadeza de su tapa, que me llevó a contactar a la autora para enfatizarlo. No había leído la historia aún, pero ya en la tapa había arte.

Estamos ante una historia de secretos familiares y tres voces vinculadas, aunque no simultáneamente. Estela y Lara, abuela y nieta, se encuentran en el mismo escenario, a la misma edad, pero con medio siglo de diferencia. Y es Tolo, la ternura hecha personaje y sin duda mi preferido, quien desandará la distancia de esa brecha.

Estas tres historias se presentan a lo largo de capítulos de tres páginas cada uno, capitulos que llegué a sentir como cuentos en sí mismos, escenas de vida en tal detalle que estamos allí viéndolas.

Lara hereda la casa de su abuela, y su alma, que descubrimos a través de sus evocaciones familiares. Leiva salta en el tiempo, no solo con sus personajes, sino tb. con los recuerdos y reflexiones de cada uno. Escuché esta introspección con mucha emoción, más allá de que sea una trama de secretos, hay también mucho sentimiento, mucha nostalgia

La autora construye cada tiempo, con su idiosincrasia y su cosmos, y los saltos culturales que se fueron dando en esa mesa familiar a lo largo de las generaciones. Estela y Lara son dos mujeres con el mismo pulso pero construidas con los ladrillos de su época.

Es una lectura muy ágil y muy sentida a la vez, de heridas que se cargan sin saber, de sensaciones que se llevan sin explicación, y entre medio una gran estampa de la lucha de vivir en nuestro país. Hacia el final la lectura hierve, y uno queda atando cabos, volviendo sobre las huellas, pensando mucho, tal como sus personajes. Me encantó la fuerza femenina

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